A medida que envejecemos se producen cambios en nuestro metabolismo, esto afecta a nuestra capacidad de termorregulación y percepción de la temperatura.
Al envejecer, la piel adelgaza y los receptores cutáneos de la temperatura se desnaturalizan, por lo que los ancianos suelen tener un déficit de adaptación a las temperaturas externas, generando una mayor dificultad para percibir y tolerar el frío y el calor.
Si llegan las bajas temperaturas estas condiciones se hacen más evidentes ya que cuando el cuerpo se enfrenta a ellas, pierde más calor del que se produce y los vasos sanguíneos de la piel deben contraerse para conservar la temperatura corporal, haciendo que el corazón bombee más sangre e incrementando la presión arterial, lo que en el caso de los ancianos aumenta el riesgo de sufrir un infarto de miocardio.
Como consecuencia de los cambios de tiempo existen algunos problemas que pueden afectar al anciano como pueden ser: hipotermia, artrosis, dermatitis, gripe, cambios de conducta…
Consejos para prevenir los efectos nocivos del cambio de tiempo en nuestros mayores
La temperatura del hogar debe mantenerse ente 18 y 21º
Ventila adecuadamente las habitaciones para evitar una concentración demasiado alta del monóxido de carbono generado por los sistemas de calefacción.
Los cambios de tiempo en nuestros mayores. Evita el abrigo excesivo en lugares con calefacción.
Mantén al anciano activo, haciendo ejercicios con los brazos, por ejemplo.
Elige ropa cómoda de abrigo, protege la cabeza y las orejas con gorros y las manos con guantes en caso de bajas temperaturas.
Instala un termómetro en el hogar para vigilar la temperatura.
Hace unos meses también escribíamos este artículo sobre los golpes de calor y la deshidratación en la tercera edad.
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