Desde civilizaciones tan remotas como el antiguo Egipto, a través de algunos literarios, han sido descritas lesiones ulcerosas en la piel de los hombres. Eran heridas que afectaban a parte o a la totalidad de la piel, o incluso sobrepasaban esta y, sobre todo, tenían una escasa o nula tendencia a la cicatrización espontanea. Con el paso del tiempo, el conocimiento en materia de salud ha permitido determinar cuál es su origen aunque aún quedan por determinar con certeza qué agentes intervienen en la génesis y en la evolución de estas lesiones.
Las ulceras cutáneas a día de hoy se codifican de tal manera que permiten un enfoque terapéutico integral sobre la lesión, este sistema es denominado como S.C.U.C. (Sistema de Codificación de las Úlceras Cutáneas) esto permite comparar tamaños, formas y otros indicadores cuantificables, posibilitando la determinación de cambios en la evolución de la lesión.
Las úlceras se denominan de diferentes formas según sus causas, tamaños, profundidades, etc… entre otras:
Vasculares arteriales.
Vasculares venosas.
Mixtas.
Por presión (decúbito).
Neurotrófica.
Sin filar.
Actualmente, las más comunes son las úlceras por presión que suelen surgir en pacientes encamados durante largos periodos de tiempo. La ausencia de cambios posturales en estos casos conlleva un empeoramiento de las ulceras en cortos periodos de tiempo.
En Cuidafam, nuestros servicios de asistencia a domicilio incluyen esta práctica, así como el control y las curas de las ulceras.
Es importante saber que las ulceras tienen diferentes grados dependiendo del estado en el que se encuentren. Desde el grado I que suelen ser rojeces, hasta el IV en el que la ulcera se extiende hasta el nivel del musculo y los huesos.
Las practicas más importantes a evitar y a tener en cuenta para tratar este tipo del ulceras son los siguientes:
En pacientes sentados
De modo general se debe evitar posiciones que ejerzan presión sobre la UPP.
Pacientes encamados
Los pacientes encamados no deben apoyarse sobre la UPP.
Los cambios posturales en pacientes con UPP deben ser frecuentes (cada 2-3 horas). Si no es posible que el paciente permanezca en una postura que evite la presión sobre la UPP, se debe aumentar la frecuencia de los cambios posturales.
Existen dispositivos de espuma, aire y/o líquido, como cojines, almohadas, colchones, etc., que ayudan a desplazar los puntos de presión aumentando la superficie de apoyo y manteniendo al paciente en una posición correcta. Sin embargo, aunque las superficies de apoyo alivian la presión, nunca deben sustituir a los cambios posturales.
Es de vital importancia mantener una buena higiene de la zona, sin embargo, este proceso debe seguir unas pautas muy concretas. Sin ir más lejos, no se puede utilizar cualquier gel o jabón, este debe ser neutro y se debe aclarar con agua tibia para no empeorar la herida con temperaturas extremas. Asimismo, la piel debe estar siempre limpia y seca, un objetivo para el que el uso de empapadores o colectores puede ser de gran ayuda, pues favorecen la transpiración y mantienen la humedad alejada.
El primer paso siempre será una evaluación médica exhaustiva para valorar la gravedad de las heridas. A continuación, reducir la presión que ha provocado su aparición cambiando de posición al paciente y, como acabamos de comentar, empleando superficies de apoyo que protejan la piel.
Después, se debe llevar a cabo la limpieza y el vendaje de las heridas, siempre con mucha delicadeza. Si fuera necesario, el médico podría utilizar una solución de agua salada antes de cambiar el vendaje, cuya función es "aceleran el proceso de curación al mantener la herida húmeda.
Si la úlcera se encuentra ya muy avanzada, el médico puede recomendar la extracción del tejido dañado, muerto o infectado. Además, puede recurrir al consumo de medicamentos para controlar el dolor o la infección. Así como pautar al paciente el seguimiento de una dieta que acelere la curación de las heridas, a base de grandes dosis de vitaminas, y una correcta hidratación.
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